22/1/09

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Para navidades Txema al final se fue a su pueblo. Y yo por no quedarme solo y asqueado en casa, le di el gustazo a mi madre y pasé en su casa los días de fiestas. Además Guillem, su novio y futuro marido, tampoco estaba así que fue como recuperar un poco de tiempo perdido. Mi madre es una tía enrollada. No he tenido padre así que mi madre hizo lo que pudo y creo que no lo hizo nada mal. Siempre hemos sido muy independientes el uno del otro pero eso no quita para que no estemos unidos.

- Bueno mamá, soy como el anuncio y vuelvo a casa por navidad.
- Pues tendrás que dormir en el sofá hijo porque tu habitación ahora es un despacho.
- No pasa nada
- ¿No te habrá sentado mal verdad? No vives aquí desde que tienes 18 años y esta casa es muy pequeña. Aunque estoy pensando en venderla.
- Pero qué dices, ¿cómo vas a vender esta casa? Si llevas toda la vida aquí.
- Mira cariño, he estado hablando con Guillem y ahora que nos vamos a casar y a vivir juntos creo que deberíamos empezar nuestra relación de cero. Pero antes de vender esta casa quería preguntarte que si tú la quieres podríamos arreglar todos los papeles.
- No mamá, yo no quiero esta casa.
- Podrías vivir aquí con Txema. No quiero meterme en tus cosas, ya eres mayor. Sólo digo que antes de vender esta casa prefiero que la tengas tú. Podrías arreglarla a tu gusto.
- Es que mamá, yo vivo de alquiler precisamente porque no quiero comprarme una casa, ni aunque me la regalen. Quiero decir que aún no sé muy bien lo que quiero hacer con mi vida. No quiero tener una casa para no atarme a nada de momento. Creo que deberías venderla y quedarte el dinero.
- Bueno, aún no está en venta así que piénsalo y si cambias de idea lo arreglamos. Voy a abrir el vino que tienes una cara muy rancia. ¿Qué te pasa hijo?
- No sé.
- No serás de esas personas que se deprimen cuando llega la navidad no? Porque al menos nosotros no tenemos motivos para hacerlo.
- No sé mamá, es que he pasado por una época un tanto extraña. No sé muy bien qué quiero y lo que sé que quiero no puedo tenerlo.
- Toma anda, bebe un poco, que el vino es bueno para estas cosas. ¿Cómo está mi Lolita?

Vale, esa es otra. Mi madre y Lola se habían hecho amigas. A veces quedaban para contarse cosas y no tomaban café como las personas normales no. Bebían tequila. Mi madre es tan enrollada que creo que nunca se ha comportado como una madre. Mi madre tiene un instinto animal, un día vi en un documental cómo un pájaro empujaba a los pajaritos desde el nido para que aprendieran a volar. Los pajaritos estaban acojonados. Había mucha altura y sus alas eran demasiado pequeñas, no se sentían seguros. Aún así la mamá pájaro los empujó sin compasión y aunque los pajaritos movían las alas se pegaron una ostia tremenda. Así es mi madre.

- Tu Lolita como siempre. Sorteando este bache supongo.
- Ay la pobre. A veces me da mucha pena lo que han hecho con esta chica. La han hecho crecer demasiado deprisa y luego esos momentos ya no vuelven nunca. Con todo el potencial que tiene y todos los sueños que tenía. Y ahora va como alma en pena. Dentro de unos años ya verás.
- Nunca lo había visto así. Tienes razón, ha crecido rápido, supongo que por eso a veces explota de esa manera. Ahora mismo está bajo presión y no me he dado ni cuenta. ¿Por qué dices eso de dentro de unos años ya verás?
- Pues no lo sé, espero equivocarme. Pero cuando a uno le hacen crecer rápido y se salta algunos pasos luego llega un momento en que se quema. Y ahora va a un ritmo trepidante. Y es una chiquilla demasiado sensible. Siempre sacrifica su bienestar por el de los demás. Bueno, no es que sacrifique su bienestar, es que sacrifica su vida entera. Y uno puede sacrificar ciertas cosas, pero hipotecar su vida de tan joven es demasiado. No debería de tener responsabilidades tan grandes. Creo que está haciendo más de lo que yo hice cuando tenía su edad.
- Mamá, tú te fuiste del pueblo a la ciudad embarazada de mí. Aquí no conocías a nadie y estabas soltera. Y además tenías 20 años.
- Sí, y no fue fácil. Pero al menos fue mi decisión. Creía firmemente que al venir aquí sería lo mejor tanto para mí como para ti. Pero Lola no ha tomado las decisiones en base a lo que ella quiere sino a lo que se supone que debe hacer. Y créeme, le pasará factura. Y ahora no sólo está estancada, va perdida. Y además no le gusta lo que está haciendo. Y este es el primer consejo hijo mío que te voy a dar como madre. Siempre debes hacer lo que te hace feliz. No importa lo mucho que te equivoques. Siempre hay que ir persiguiendo el sueño hasta alcanzarlo, porque no hay nada peor que arrepentirse de lo que uno hace o deja de hacer. Y otra cosa te digo, el dinero no da la felicidad. Y con esto no me malinterpretes, el dinero es necesario para vivir pero no para ser feliz. Hijo, sé de sobra que no quieres trabajar en lo que has estudiado. Y no te voy a dar ninguna charla. Sólo pregúntate que quieres hacer e intenta conseguirlo. Y eso es lo que deberías de trasmitirle a Lola. Si de verdad le hace sentir feliz lo de ser profesora de literatura que se deje el trabajo social. Qué más da si le tiene que rendir cuentas a alguien. Al fin y al cabo, en realidad cada cual le rinde cuentas a sí mismo. Y eso es lo que importa. Y ahora brindemos por la inspiración.
- Mamá
- ¿Qué?
- Siempre lo has hecho bien.
- Bueno, hice lo que pude y ahora mírate, ya eres todo un hombre. Tú tampoco lo has hecho mal.
- Le he dicho a Lola que la quiero
- Ya lo sé, me lo ha contado.
- Estoy hecho un lío.
- Ya lo sé, se te ve en la cara
- Hace unos meses me intenté suicidar. Lola me hizo un torniquete con su camiseta y me llevó al hospital. También me acompañó a todos los médicos y me estuvo cuidando durante mucho tiempo, no me quitó un ojo de encima. Ni siquiera me preguntó por qué lo había hecho.

Mi madre empezó a llorar y me abrazó.

- ¿Y si ella no llega a aparecer?
- Pues que me muero. Lo siento
- Yo tampoco te preguntaré el porqué... entonces no lo he hecho tan bien como dices
- Mamá, no le des vueltas. Fue una estupidez
- Y tanto que sí. ¿Cuándo dejaste de ser alegre?
- No lo sé. Hace mucho tiempo que hago las cosas mecánicamente. Mis días son oscuros y no sé por qué. Pero Lola es un virus muy contagioso. No sé como consigue salir adelante y arrastrar con ella a todos los que se cruzan por su camino. No sé por qué es tan buena y todos la tratan tan mal. No sé como ayudarla. Sólo sé que ella me hace reír.

4 comentarios:

amalia dijo...

Esta entrada se merece un aplauso.

Anónimo dijo...

Vaya me encantó este blog, mi madre es muy del estilo, cambia los 20 años por 17 y el tequila por el anis. Un saludo!

Gemita dijo...

jope! Como le soltaste así eso a tu madre?! Para darle un infarto a la mujer! Al fin y al cabo no deja de ser una madre!

Anónimo dijo...

jus, como me pillen llorando en el trabajo ya verás...

Hacía mucho que no te leía (y, ahora que lo pienso, no sé si alguna vez te había comentado)